Se nos plantean muchas dudas a la hora de efectuar la limpieza de nuestro suelo laminado, habiendo gran cantidad de versiones, pero generalmente existe una elevada falta de información al respecto.
Vamos a explicar nuestros propios consejos para cuidar el suelo, haciendo un mantenimiento habitual que consiga que luzca tan bonito como el primer día
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En primer lugar es necesario eliminar el polvo que se acumula en la superficie, pudiendo utilizar una mopa o una aspiradora (en este último caso es recomendable que tenga un cepillo adecuado no giratorio ya que podría dañar el laminado con el tiempo). La ventaja del aspirador es que no levanta polvo y en caso de que haya acumulación de arena será mejor absorbido, sobre todo en tarimas biseladas, que podría acumularse en sus ranuras.
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El siguiente paso es el fregado del suelo laminado, que es donde hemos de tener mayor precaución ya que no requiere mucha agua, puesto que los tableros con los que están fabricados están hechos de fibras de madera, por lo que un exceso de agua podría producir daños tales como una hinchazón del mismo. Para que esto no ocurra recomendamos utilizar una fregona muy escurrida para que no se formen charcos, sobre todo en los biseles si fuera una tarima biselada, y muy importante, pasando la fregona en el sentido de las betas de la madera para que, en caso de que quedara marcada, pueda quedar disimulada con el dibujo.
Los productos a utilizar han de ser productos jabonosos con PH neutro específicos para este tipo de suelos, en ningún caso productos abrasivos ya que deterioran el lustre del suelo laminado, y muy importante utilizar un agua muy limpia, ya que puede quedar el agua residual en las juntas y ennegrecerlas si no se cambia el agua a menudo, sobre todo en colores claros. Aunque cabe mencionar que no debemos fregar con mucha frecuencia, pudiendo espaciar el fregado a una vez cada 15 días.
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Puede darse que encontremos una mancha en la tarima que recientemente hayamos fregado. Como opción podemos utilizar alcohol o acetona, empapando una pequeña superficie de un paño y frotando la zona manchada.
Tengamos en cuenta una serie de productos y utensilios de limpieza que no debemos utilizar para la limpiar nuestro suelo laminado, tales como la lejía o disolventes, estropajos o similares, ceras y jabones, y sobre todo, nunca utilizar objetos punzantes para intentar quitar manchas o restos de suciedad.
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Como última recomendación, debemos colocar una alfombrilla en la entrada para evitar entrar con arena o gravilla que pudiera rayar el suelo y deteriorarlo.
En cuanto al mobiliario hay que proteger el suelo colocando unas almohadillas de fieltro en las patas de las sillas, mesas, muebles y demás para evitar igualmente los arañazos y conseguir una imagen óptima del laminado.